jueves, 9 de agosto de 2007

Animula vagula blandula

Adriano, emperador romano del siglo II, escribió su propio epitafio antes de morir:

Animula uagula blandula,
Hospes comesque corporis,
Quae nunc abibis in loca?
Pallidula, frigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis ioca.


No he podido determinar si ese es el texto completo. Tratando de hacer una traducción con un estimado amigo llegamos a esta fórmula:

Pequeña alma errante y amable,
Huésped y compañera de mi cuerpo,
¿En qué lugar habitarás ahora?
Pálida, fría y desnuda,

no volverás a dar alegría como acostumbras.

En la tradición dicotómica de cuerpo y alma, siempre se ha considerado al cuerpo como la carga material, inútil, sucia y terrenal del elemento divino y espiritual que es el alma. Adriano ve, por el contrario, que el alma queda desamparada e inservible sin el cuerpo. Ya no podrá dar vida, animar, alegrar nada.