sábado, 9 de octubre de 2010

Vida y época de Michael K


Quedé fascinado con esta novela de Coetzee. La primera y la última de las tres partes están narradas en trecera persona, la segunda está narrada por el médico que atiende a Michael en uno de los campamentos en que son confinados rebeldes al sistema y vagabundos.
Michael es un simple jardinero. Tiene un defecto de nacimiento (labio leporino) y es de una sencillez que raya en la idiotez. Su absoluto aislamiento de su entrono, marcado por la guerra civil, lo hace un ser único. Quiere complacer a su madre y llevarla al campo, al lugar donde nació, pues las personas para las que ella trabaja han huido de la ciudad, luego de varios atentados. Es cumpliendo este sencillo propósito que se nos muestra una realidad cruenta. Un país destrozado moral y físicamente, que no encuentra otra salida que militarizarse.
Michael K fracasa en su intento de llegar al campo con su madre. Ella, enferma y debilitada por la travesíua, muere antes de lograrlo. Él termina en una granja abandonada que bien puede ser o no ser la que recuerda su madre y de la que él mimso tiene fogonnazos de memoria. Decide esparcir las cenizas de ella en el huerto. Pero Michael sí ha llegado a donde quería. Llega a concebir que sólo debe sembrar algunas semillas que ha encontrado y dedicarse a su cultivo en esa granja abandonada. Siembra con ahínco y paciencia y, cuando ya germinan las primeras semillas, su vida se interrumpe, cuando aparece un descendiente de los dueños, desertor, que pretende que trabaje para él.
Michael escapa. No puede imaginarse vivir tabajando para alguien más. Busca de menar incesante la libertad. Luego es apresado por vagabundo y recluido en un campamento donde debe trabajar para conseguir un poco de comida, privado de sus más elementales libertades.
Huye de ese campamento para regresar a la granja donde logra hacer crecer algunas calabazas más. Pero la granjae es tomada por unos guerrilleros de los que Michael se esconde. Una patrulla que busca a los rebeldes lo encuentra por las inmediaciones y es vuelto a apresar, esta vez como insurgente.
Su obsesión por sembrar, por hacer la tierra producir, contrasta con la desolación de su entorno. Desolación acompañada del encierro al aire libre que sient Michael que es ese estado policial y represivo. Él sólo quiere cultivar algunas plantas para su subsistencia, pero esta vida sencilla y asilada es imposible en medio de la guerra civil.
Sus escasas ambiciones son, a la vez, un escudo contra esa realidad y una muestra de que no hay inocencia posible en esa realidad.
Aparte del simbolismo obvio de que las semillas son un nuevo mundo, se nos muetsra el contraste entre ese mundo de aspiraciones sencillas tapiado del conocimiento de lo que acontece a su alrededor, y el efecto que tiene la actitud alienada de Michael en algunos de los personajes que lo rodean. La novela no es un canto a la enajenación del mundo que nos rodea. Michael es un poderoso foco infeccioso de conciencia de lo que sucede. Esto se muestra con claridad en la segunda parte que narra el médico y que obliga la lector a ver a Michael desde fuera de sí mismo.
Es en especial el efecto que Michael causa en el médico que lo atiende lo que comunica esto. El médico cree ver en él la verdadera libertad. No puede desentenderse de la actitud de Michael que se rehúsa a comer a ser ayudado. Esta actitud radical, aparentemente sinsentido, tiene un profundo humanismo en su base, pues el médico la ve como la verdadera libertad del ser humano. El huerto es, así, el lugar de la intimidad, de donde renacerá la vida. El médico se siente preso de la guerra, muerto y siente que Michael está libre de ella y es la esperanza de otro futuro. Una libertad no excenta de polémica, por que supone no querer ver, no querer conocer lo que sucede fuera. Pero al mismo tiempo, es la libertad del hombre sencillo, sin raza conocida, pero con labio leporino: único.
El final de la novela es conmovedor. Michael se imagina que podría encontrar a algún otro vagabundo, un anciano, tal vez, al que él pueda guiar al campo, a la granja abandonada, y que cuando le reclame que no hya agua, pues los soldados estropearon la bomba de agua, él irá sacándola a cuharaditas del fondo del pozo para regar las plantas. Como alimentaría una madre a sus hijos pequeños.