miércoles, 16 de enero de 2013

¿Por qué aprender guitarra clásica a los 57 años?


Es definitivamente poco cuerdo empezar a practicar una disciplina tan exigente en tiempo y esfuerzo a esta edad. Entonces, ¿qué hago aprendiendo guitarra clásica? Más aún cuando me inculcaron eso de que si quería ser cura debía llegar a Papa, y siempre me hago unas ilusiones francamente ridículas y sueño que algún día seré una especie de prodigio musical admirado por medio mundo: el único guitarrista clásico que dominó el instrumento a los 80. Pero, claro, eso es el sueño. La realidad es terca, más terca que mis dedos que se niegan a pisar la cuerda adecuada, para desesperación de mi maestro -porque eso sí, la cosa es con maestro..., y del conservatorio- y la terca realidad nos enseña rápidamente que los sueños, sueños son.
Entonces, ¿por qué llevo ya más de un año aprendiendo guitarra clásica y torturando a mi esposa y mis hijas tocando interminablemente las únicas las tres canciones que me sé? (Ellas dirán que es sólo una la que me sé). Es más, ya me presenté en un pequeño recital y el resultado fue bastante modesto, para no ser muy duro con mi ego. Por tanto, ¿qué hace que siga pasando horas y horas tratando de descifrar corcheas y semicorcheas y "leyendo" música como se aprende a leer de niño, es decir, que cuando terminamos de leer una línea no nos acordamos de cómo empezaba? Es decir, ya pasó el momento en que la realidad me dio su par de buenas bofetadas, en que verifiqué que los sueños son eso: sueños. Entonces, ¿qué hago martirizando mis dedos, que sufren de incipiente artrosis?  Lo descubrí una noche, hace unas semanas.
Había tenido un día miserable en el trabajo, llegué a casa tarde, agotado y tenso. Como de costumbre entré al escritorio a dejar mi maletín y vi ahí mi guitarra... Y casi sin querer la cogí, me senté, la puse entre mis piernas adoptando la posición más perfecta para tocar... y toqué. Toqué las tres piezas que me sé. En realidad, no las toqué: las interpreté. Ahí me di cuenta de la diferencia entre tocar e interpretar.
Tocar no es fácil. Tiene sus retos. Pero es algo así como la música producida por una máquina. Sí, cada nota en su lugar, en su tiempo, en su volumen, pero... sin alma. Interpretar supone saber tocar; es decir, hacer todo lo anterior, pero, además, ponerle alma.
Yo no soy músico, así que me permito decir barbaridades. Aquí, probablemente, va una: para mí hay dos formas de interpretar. Una es partir del compositor. Estudiar su época, sus composiciones, su estilo y tratar de reelaborar lo que quiso expresar con su composición. Es claro que en esa reelaboración siempre habrá algo personal. La segunda forma de interpretar, es tomar la composición como pretexto para expresar lo que tienes dentro. En este caso, todo es personal.
Bueno, volviendo al punto. Esa noche, llegué agotado e interpreté esas tres únicas piezas que sé. Las interpreté expresando algo que tenía dentro. Había una especie de fuerza interior que me dictaba el tiempo, la sonoridad, los "pianos" y los "fortes", que no eran los de la partitura. Al finalizar, sentí que había tocado como nunca. No había cometido un solo error, la interpretación (entendida en esa segunda forma) era perfecta y mi música tenía alma. Me había sentido transportado a un espacio y un tiempo que no tenían ni espacio ni tiempo. Cuando acabé estaba agradecido, tranquilo, descansado...
Como era tarde, mi esposa y mis hijas dormían y no hubo otros testigos de ese momento realmente mágico.
Por eso aprendo guitarra clásica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En mis 8 años estudiando guitarra "clásica" podría decir que el vínculo que he tenido con la guitarra ha sido como tener un "compromiso" con una persona... he tenido momentos buenos y otros muy malos, como cuando tuve tendinitis durante año y medio y simplemente acercar mis manos al instrumento se hacían dolorosamente imposible... y claro, momentos en donde uno está físicamente bien pero nada sale bien, como al tener una discusión de pareja... definitivamente hoy, al ver atrás todos esos años, puedo decir que realmente estoy "comprometido" con la guitarra y que “ella” es parte de mi vida, tanto así que casi siempre salgo con “ella” a todos lados...
¿Por qué decidí quedarme con la guitarra?
Primero fue por moda, luego por necesidad (ya que cambiar a otra carrera/profesión iba a ser difícil por factores económicos, de tiempo y quizás no me iba a gustar lo que eligiese), después empecé a disfrutar todo lo que rodea a la guitarra y la música en sí y al final, porque también la guitarra ha sido y es "mi compañera" que también ha estado en esos momentos difíciles y que sólo era decisión mía acercarme a ella y contarle mis tristezas y frustraciones.
Hoy en día, la guitarra no es sólo mi compañía, es parte de mi vida y gracias a "ella" he podido realmente desarrollarme como persona y habiendo alcanzado una mayor madurez musical tengo momentos en los que puedo sentir una libertad que no se compara con la libertad que proclamaron muchos héroes de la historia de la humanidad, la libertad de entrar en "estado de trance"... Sin embargo sé que nada es para siempre y que la vida nos puede sorprender para bien o para mal...eso lo tengo en cuenta, yo sólo espero mientras mi cuerpo y mi "alma" lo permitan seguir estando con "ella" como "ella" ha estado conmigo…
Esos momentos “mágicos” que uno alcanza son realmente maravillosos, me alegra saber también que hay más personas que han podido vivir eso sin importar la edad, para mí nada es imposible así que sólo espero acompañar a la guitarra, si es posible, durante toda mi vida.
Saludos,

Guillermo

andrea dijo...

qué lindo! por eso bailo..aunque sé que no tengo ni el cuerpo, ni la flexibilidad ni la agilidad de chibolas de 15...pero después de una clase, todo es bonito.